Experiencia previa
Después de sufrir una enfermedad vírica mi intestino cambió, no se sabe si por el virus o por el tratamiento antibiótico que tuve que tomar por una infección secundaria a la enfermedad. Empecé a no hacer bien las digestiones, todo me sentaba mal, me aumentaron las intolerancias alimentarias y me descubrieron una alergia a moluscos, cefalópodos y crustáceos, hasta el momento inapreciable (no tenía sintomatología, no me hacían daño). Lo único que mantenía mi aparato digestivo sin molestias, era controlar bien la dieta. Estaba desnutrida y no podía comer lo que me gustaba, porque si lo hacía, a las horas o a los pocos minutos, tenía unos cólicos extremadamente fuertes, seguidos de una gastroenteritis.
Tuve que cambiar. Tuve que cuidar mi mucosa intestinal, comiendo lo que me sentaba bien y dejando lo que me sentaba mal. Hacer dieta sana, variada y equilibrada me salvó la vida. Física y psicológicamente. Es muy duro comer con miedo y pensar que lo tuyo ya no tiene solución, que estás enferma y no hay cura. En una endoscopia para el descarte de la enfermedad celíaca se descubrió que mi epitelio intestinal estaba casi plano, atrofiado, las vellosidades muy cortas, con lo cual tenía la capacidad de absorción muy reducida.
Así que empecé a documentarme sobre la importancia de mantener un aparato digestivo sano, de cómo debía comer para recuperar mi mucosa intestinal. Y lo logré, por mi cuenta, porque no hubo nadie que me explicara por qué unos alimentos me sentaban bien y otros no. Supongo que aparte de todos los especialistas que visité, tendría que haber visto a un profesional de la dietética. Y me hice dietista. Mi vocación es la nutrición, y mi objetivo es ayudar a aquellas personas que tengan cualquier problema relacionado con la dieta. Manteniendo una dieta equilibrada, variada y ajustada y haciendo ejercicio adecuado se gana mucha salud y calidad de vida, y está en nuestras manos modificarlo.